Costa Azul: Mónaco en 24 horas

 

Después de estar todo el verano estirando la toalla, ¡toca lucir ese moreno de otra liga! Que si fotito en la plaza del Casino; manos y pies estirados en un salto en forma de estrella; mirando reflexiva hacia las playas de Larvotto…

 

¡Que va! Todas sabemos que los planetas se alinean para que la melanina no nos haga un favor este verano, y así llegar a estas fechas con un blanco flexo digno de un diciembre lagunero. Así que, por lo menos, morenas o no, vamos a estirar los últimos días de verano.

 

Mónaco es una ciudad perfecta para nuestras escapadas de fin de semana. Las dimensiones son muy exiguas y todos nuestros planes caben en un plano de bolsillo.

 

Conquistado por la familia Grimaldi en 1297, han sabido mantener la soberanía durante más de siete siglos. Siendo el segundo país más pequeño de Europa.

 

El Principado se divide en tres distritos originales. Condamine, se encuentra en el puerto. Al Sur, la villa de Mónaco, donde emerge el Palacio de la familia Grimaldi. Al Norte, Montecarlo, famoso por las pruebas de motor, siendo su atractivo más popular el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1, que se celebra desde 1950.

 

Recomiendo empezar la visita en la zona central del puerto, (mientras soñamos con subirnos en alguno de esos flamantes yates que descansan amarrados), donde se encuentra la oficina de Turismo.

 

Podemos comenzar nuestra visita paseando la ciudad. Mientras vamos subiendo desde el puerto, (20 minutos de caminata tranquila), observaremos un complejo de edificios, coches glamurosos, calles limpias y lustrosas… Y es aquí donde se concentra el metro cuadrado más caro del Mediterráneo.

 

Con lo primero que nos toparemos en nuestra caminata es con la plaza del Casino, rodeada de un jardín de cuento, con luminosas flores. Construido en 1878 por Charles Garnier, solo se puede acceder con vestimenta de etiqueta y pasaporte. ¡Pero no te quedes con las ganas de verlo! Hay visitas guiadas que cuestan alrededor de los 15 euros.

 

Alrededor de la Plaza se sitúa el Cercle d’Or llamado así por las tiendas que lo enmarcan; joyerías y marcas de alta costura.

 

 

Casino de Mónaco. El acceso cuesta diez euros, más otros diez para entrar en algunos salones de juego privados.

 

 

Si rodeamos el edificio del Casino, llegaremos a un balcón con vistas al mar. En esta panorámica distinguimos el Teatro de la Ópera revestido en color rojo y oro. Una verdadera réplica a pequeña escala de la Ópera de Paris, también obra del arquitecto Charles Garnier.

 

Si caminamos hacia el teatro, nos acompañará en el camino, las vistas del Mediterráneo, los jardines y terrazas del casino que aprovechan el desnivel del terreno hasta llegar al mar. Mirando hacia esta dirección nos darán ganas de buscar en el bolso la toalla y estirarla en las playas de Larvotto.

 

Para llegar al Palacio de los Príncipes de Mónaco, debemos subir por la Avenida de la Puerta Nueva o por la Rampa de La Mayor. La amplia plaza del palacio queda en una situación elevada perfecta que nos permite ver la zona costera con sus lujosas embarcaciones y el Casino de Montecarlo. El Palacio fundado a finales del siglo XII como fortaleza genovesa pasó a ser la sede de la familia en 1297 cuando Francisco Grimaldi se hizo con Mónaco.

 

Te recomiendo, además de visitar su interior, esperar hasta las doce del mediodía para ver la ceremonia del cambio de guardia.

 

En la Catedral del siglo XIX, dedicada a San Nicolás, se encuentran reliquias de santos y el Panteón de los Príncipes.

 

 

 

Catedral de San Nicolás

 

No podemos faltar a la Capilla de la Misericordia, un templo sencillo que data de 1639, que alberga a un Cristo tallado en madera obra de Francois-Joseph. De vuelta, podemos parar en el Mercado de Condamine, si buscamos artesanía.

 

Las calles llenas de vida, de turistas, coches, tiendas de souvenirs, restaurantes y faltas de población, nos hacen pensar que la ciudad es nuestra… Imagínate por un día.

 

Por: Beatriz Hernández

 

 

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