Maria Adélaïde Nielli (Nina) nació en Turín un 14 de enero de 1883, aunque a los cinco años se mudó a Florencia y, posteriormente, a Francia, donde su padre falleció, quedando huérfana muy joven. A los catorce años empezó a trabajar como aprendiz de costura en un taller de París, del que llegó a ser directora creativa a los 18, casi al mismo tiempo que contraía matrimonio con el joyero florentino Luis Ricci, de quien tomó el apellido. En 1905 nació su hijo Robert, a la par que sus propios diseños para la casa Raffin, a la que dedicaría 20 años.
En 1932, animada por su hijo, Nina abrió su primera tienda en el número 20 de la Rue des Capucines, un enclave en el que conoció tal éxito que en 1939 los salones Ricci ya ocupaban once plantas en tres edificios de la calle. El refinamiento de los patrones, la maestría en el corte y el gusto por los detalles hicieron de su estilo uno de los hitos de la alta costura francesa, símbolo de glamour parisiense llevado a la máxima expresión de la feminidad.
Trabajaba directamente las prendas con sus manos, creando siluetas clásicas, románticas y dotadas de un estilo elegante, que casi nunca se atrevía a romper. Le encantaban los colores suaves y los estampados, en especial las flores, motivo que hoy sigue siendo un referente de la firma. Sus vestidos, dignos de la burguesía, convirtieron su casa en la más importante de París, hasta que tras la Segunda Guerra Mundial, la enseña optó por los perfumes. Aromas que nacieron en 1946 con la primera fragancia florida aldehída, Coeur-Joie, a la que siguió L’Air du Temps, cuyo frasco diseñado por Lalique con dos palomas que simbolizan la paz y la eterna juventud ya es un clásico de la perfumería.
En 1950, Nina incorporó al belga Jules-François Crahay, con quien llegaría el reconocimiento internacional de la firma. Pero, cuando la diseñadora cumplió 70 años decidió retirarse de la moda, dejando a Crahay la dirección creativa hasta que fue reemplazado por Gérard Pipart en 1964.
Seis años después, la diseñadora falleció en París y, poco tiempo después, su hijo trasladó el salón a la Avenue Montaigne, donde nació un nuevo perfume: Fleur de fleurs. Luego llegaría la fragancia Nina y, posteriormente, Deci Delà, hasta que en 1998 el grupo español Puig compró la firma Nina Ricci.
Autor: Mónica Ledesma
Periodista. Directora de El Atelier de Mónica
www.elatelierdemonica.com