¿Quién le limpia el culo a nuestros hijos?

 

En mi artículo, Ni gota, ni gota, publicado hace unos meses, aclaraba que a los cinco años de edad es factible haber podido adquirir el control de los esfínteres, no obstante, el proceso madurativo es bien distinto para cada niño. A esta edad, simplemente, tendríamos que empezar a estar más atentos. Cada niño tiene un ritmo y es imposible programarlos para que con tres años ya sepan ir al baño y limpiarse solitos.

 

En el mes de abril de este año la prensa se hacía eco de que en un colegio público de Sevilla en la presentación del curso escolar 2016/2017, una profesora manifestó, rotundamente, en la reunión de madres y padres de niños de tres años lo siguiente: «Tenemos que dejaros claro que no estamos aquí para limpiarle el culo a sus hijos».

 

Momento pánico entre los asistentes: ¿Y entonces? ¿Quién le limpia el culo a nuestros hijos?

 

Me asaltan serias dudas siempre con este tema acerca de la fidelidad de afirmaciones como la de esta profesora. Visto que el tema me interesa y preocupa, indago un poco y encuentro que podría llegar a ser una negligencia dejar aquello en el culo de un infante. Si bien es cierto, existe un vacío legal actual, específicamente, en este tema, pero no por ello justificaría la negativa a prestar este tipo de apoyo en pro de la higiene de nuestros descendientes. Lo que resulta bastante curioso e interesante es que en unos colegios sí lo hagan y en otros no. Si no se pudiera hacer, está claro que no lo haría ningún colegio. Es obvio que es una decisión de estilos. En la medida de lo posible, huiré de colegios hostiles.

 

Nos volvemos delicadamente precisos con nuestras competencias y funciones laborales cuando nos viene bien. Tomamos distancia ante determinados asuntos que son significativos. Minimizamos nuestra implicación y no asumimos que como educadores la labor de prestar apoyo en el aseo e higiene personal, no puede tornarse en una defensa tan ofensiva, coloquial y peyorativa como es negarnos a limpiar culos. El aprendizaje de la higiene propia también debe y puede ser una función del profesor.

 

No hay nada más socializador que prestar ayuda a un niño en el momento en que tenga un “escape”. Además ese acto nos ayudará a dirigirlo y enseñarlo reforzando todas las acciones que haga que se acerquen a la conducta objetivo: asearse el solito. De este modo respetamos el desarrollo individual de cada niño.

 

Rechazando ayudarlo y haciéndolo esperar media hora a que venga alguien a limpiarlo, perdemos la oportunidad de que avancen, a la vez que repudiamos con ese gesto el hecho natural de hacer pis o hacer caca. Con ello podemos colaborar a que sientan pesar y vergüenza por un acto que es común por naturaleza. Ayudándolos, limpiándoles el culo, podremos entender mejor a nuestros niños, enseñándoles a empatizar con el ser humano y cómo no avergonzarse por lo sucedido.

 

Me entristece que como educadores de nuestros hijos algunos no quieran asumir esta labor, solo la entiendo por falta de personal en un aula, nunca por no considerarla competencia. Llego a pensar que quizás a algunos profesores sus maestros no les limpiaron nunca, cuando aquello se les había salido …

 

 

Por: Silvia García – Psicóloga

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