El poder femenino de Lady Bloodfight

 

“Lady Bloodfight” es una película de acción dirigida por el francés Chris Nahon, conocido por otras obras como “El beso del dragón” o “El imperio de los lobos”.

 

En este caso, el director  nos traslada al mundo de Jane (Amy Johnston), una joven americana que se encuentra de viaje por Hong Kong cuando es atacada por tres matones que intentan robarle. Ella se defiende con éxito, lo que llama la atención de Shu (Muriel Hofmann), una campeona de Wudang que quiere reclutarla para formar parte de un torneo ilegal de artes marciales.

 

No es la primera vez que vemos una película de Nahon donde la acción y las artes marciales se mezclan y son el gran núcleo de la cinta; sin embargo, ésta es distinta, y para bien. Un celuloide de 96 minutos que no solo cuenta la historia principal con un marco argumental que puede gustar más o menos sino que son diferentes las tramas que desembocan en un final único y bien avenido.

 

Los escenarios son muy significativos, se aprecia que cada uno de los caminos que emprenden las dos candidatas al torneo de artes marciales, denominado kumité, son diferentes y los detalles lo plasman. Por un lado, tenemos a Jane, la apuesta americana, que se presenta en Hong Kong para poner un punto y final a la historia de su padre a través de la lucha, el templo donde vive su maestra, los entrenamientos, la naturaleza y las conversaciones que tienen entre ambas transmiten la “parte buena” del conflicto interno y externo que sufren y comparten. Por otro lado, la otra maestra, y su apuesta callejera muestran la rigidez, la perfección de la técnica, la búsqueda de la venganza, a través de un escenario cerrado como es la sala de entrenamiento y la frialdad con la que trata a su discípula.

 

Puede que por los colores de las vestimentas de ambas maestras, blanco y negro, juzguemos que en esta película hay buenos y malos, y no es así. No se trata de buenos y malos, no los hay. Se trata de personas heridas que pelean por diferentes motivos: venganza, liberación, ira, redención…

 

Visualmente hablando, las escenas de lucha son impecables, teniendo en cuenta las diferentes técnicas. Comentando “Lady Bloodfight” con el maestro canario de taekowndo Willy Oliva, opina: “el filme, entrando en detalles técnicos, posee la base de la cultura y frases míticas de toda arte marcial. Es muy recomendable para que alumnos que se inician en este mundillo entiendan que hay algo más en todo esto que puños y patadas, es decir,  toda la parte filosófica. Con respecto a las acciones de los combates quiero destacar que no soy experto en el estilo Kung-fu pero, desde mi punto de vista, durante la película en las técnicas de puños y patadas faltó un poco de mejor toma o mejor definición; esa definición parte de añadir más acciones y más espectaculares. En cuanto al combate final vemos cómo se resume el estilo de lucha de toda la película y esa sensación cuando parece que vas a perder y resurges. Pienso que para ser la gran final faltó alguna acción de más nivel técnico. En definitiva, este género suele resaltar más los valores y lo metafísico, esto es,  el lado bueno, el sacrificio, el amor y la humildad frente al odio, el juego sucio y deja un poco de lado la perfección de la técnica”.

 

La banda sonora acompaña de forma armoniosa cada escena y la ausencia de ella es fundamental. Una de las cosas que más destaco de esta ficción es su mensaje y la forma clara de exponer la trama.

 

Una historia de acción un tanto distinta que pone al frente a mujeres fuertes y capaces, uno de los detalles que más se puede ensalzar de “Lady Bloodfight” es que rompe con ese cliché  sobre la lucha oriental, una disciplina de hombres o guerreros que ha solido cerrar su puerta a las féminas.

 

 

Por: Sofía Ramos

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