El verano, de un placer a otro y tiro porque me toco

 

 

Leía el otro día en la revista Psychological Science, el artículo científico Warm Thoughts: Attachment Anxiety and Sensitivity to Temperature Cues, publicado por el profesor de la Universidad de Ohio, Mateo Vess. Este artículo en cuestión explica que la mayoría de individuos tienden a percibir erróneamente las emociones relacionadas con el deseo y la seducción en los días más calurosos del verano. Concretamente, se afirma que se suele asociar, mentalmente, el concepto de calor con una mayor predisposición a mantener relaciones sexuales, aunque no existan otro tipo de señales que así lo confirmen.

 

En realidad, este “criterio estacional” del deseo no coincide con los picos de natalidad, más bien son los meses de julio y agosto en los que hay más nacimientos.

 

De repente me di cuenta de algo, esto solo podía significar una cosa: El incremento de ventas de preservativos en verano, simplemente era proporcional al incremento de nuestras expectativas sexuales. Pero, ¿coincidirán estas expectativas con la realidad?

 

Pero si se supone que está más que demostrado ¿no?, ¿será que entonces en verano lo hacemos más, pero también nos protegemos más? O qué se yo, será que los espermatozoides derretidos los pobres no pueden ni correr por ese útero para arriba, les dará sopor… y claro, a ver quién fertiliza de esa manera.

 

Tal vez, simplemente, sea que llevamos toda la vida leyendo el típico artículo del verano donde se relacionan las altas temperaturas veraniegas con un incremento de las relaciones sexuales y así, sin más, hemos querido creerlo, porque nos motiva creerlo, porque creerlo nos predispone a intentarlo.

 

Haciendo un burdo análisis de este discernimiento que ocupaba mi cabeza, digamos, entonces, que la conclusión de la teoría popular veraniega que erróneamente hemos creído sería: Como hace más calor, voy a tener más relaciones sexuales. Que así, leída en frío, a lo mejor te das cuenta que tampoco es que esté muy elaborada, no. Pero qué más da, tú ya estás sintiendo como la luz del sol activará tu melanina y se estimulará esa glándula de tu cabeza cuyo nombre no quieres ni puedes recordar (epífisis), y se incrementará tu producción de hormonas sexuales. Casi puedes verlos, estrógenos y andrógenos por doquier, en la playa, en las terrazas, en la calle hasta altas horas de la noche, ligeros de ropa, calientes, alertas, juguetones. Diciéndose a sí mismos, ha llegado el verano y voy a ligar más. Por cierto, un apunte respecto a esta teoría: ¿Vale también para las parejas ya estables? ¿Tendrán ellas más relaciones sexuales también?

 

Mientras la ciencia busca la respuesta, yo no paro de pensar la cantidad de contradicciones que trae el verano. Porque sí, tu ropa es más ligera, dejas ver mejor tu bronceado cuerpo, la sal del mar en el pelo te favorece…, pero también es verdad que estamos pegajosas, no hemos dormido bien, nuestra cara brilla… y a más de uno le falla el desodorante.

 

Y sí, es verdad que puede que de nuevo se te haya hecho tarde para empezar esa recurrente dieta del verano, pero da igual, vas a ir a la playa y te desvestirás, e incluso te desnudarás y sentirás el sol en tu piel, y por unos instantes (justos los anteriores a que te empiece a sudar el bigotillo), esa sensación te sugerirá placer. Y de un placer a otro y tiro porque me toco.

 

Y seamos realistas, estaremos más dispuestos a tener relaciones sexuales en verano, pero, a menos que lo hagas al aire fresco o que te encierres bajo el aire acondicionado, con esta sensación térmica es casi imposible tener un cuerpo a cuerpo con alguien sin caer deshidratado después de un, relativamente, corto periodo de tiempo.

 

Es más, incluso podría añadir que, aunque la hayas criticado a más no poder, hay que ver cómo disfrutas con la canción del verano cuando estás a solas en el coche, no veas cómo te meneas.

 

Concluyendo ya mi juicio lleno de contradicciones, llego a la conclusión de que, independientemente de la estación, no hay nada más atractivo que la actitud. Y en verano, de eso no puede faltar, así que te propongo que:

  • Te hagas el favor de dejarte en paz con tu cuerpo, verás que bien te sienta.
  • Aprovecha tu tiempo libre, no hay nada más valioso para una misma, ni mejor regalo que se pueda hacer a alguien.
  • Despreocúpate de lo que no te ocupa.
  • Conoce a gente nueva, el verano te lo pondrá más fá Y si no sabes hablar su idioma usa el universal, seguro que será el inicio de una de esas anécdotas que se cuentan a lo largo de los años.
  • Tócate, empieza por desear hacerte el amor a ti misma.
  • Y ríete más, de todo y de ti también.

 

Así, tengas pareja o no la tengas, tendrás más relaciones sexuales en verano, y en todo el año. Porque no es la estación, eres tú.

 

Por: Ana Paredes – Sexóloga

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