Alberto Cortez: «Los sueños son gratuitos para todo aquel que los quiera utilizar»

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Alberto Cortez: «Los sueños son gratuitos para todo aquel que los quiera utilizar»

 

Aunque no le guste que le llamen “maestro”, Alberto Cortez no solo lo es, sino que también lo parece. Departir con este grande de la música es como si, tras padecer un período de sequía, de encontrar un oasis en pleno desierto se tratase. La vida ha tratado bien a este argentino con ansias europeas de juventud, que decidió dedicarse a lo que su madre soñó para él transformando ese castillo en el aire en un hecho tan irrefutable como lo es su extensa discografía.

 

Como buen poeta, Cortez basa su vida en un verbo, sin sustantivo: amar. A punto de regresar a los escenarios en una gira ávida de sentimientos, el Festival Mar Abierto acerca a Canarias al maestro y descubre al eterno aprendiz que convive con este poeta de la música. Sin prisa, pero sin pausa, desde un rincón del alma, Alberto Cortez volverá a construir castillos en el aire, sobre el escenario, dejando a la cronología en el backstage de la razón.

¿Lo suyo con la música es cuestión de ADN o fue amor a primera vista? “Cuando tenía 6 años mi madre me mandó con la profesora de piano que había en mi pueblo, la señorita Elena. Me interesaba tanto lo que pasaba en la radio, sobre todo en materia de música, que mi madre, con muy buen tino, creyó que yo tenía que aprender música. Con la señorita Elena estuve varios años y aprendí lo elemental de la música, lo que significa y cómo es ese mundo que encierra una forma artística de altísimos valores”. 

Por lo tanto, los inicios de su carrera musical estuvieron guiados por su madre…“Efectivamente, por mi madre y por sus intenciones ya que yo, en aquel momento, tenía 6 años y era un chavalín con ganas de jugar con los chicos en el patio “.

¿Durante sus principios en el mundo de la música llegó a adivinar en algún momento que podría llegar a ser el maestro que es ahora? “No me diga eso de “maestro” que me hace sentir aún más viejo de lo que soy. Cuando uno es niño no piensa en ese futuro tan lejano, uno piensa en el futuro inmediato, a ver con quién vamos a jugar a fútbol mañana. Esto no es una cuestión de premonición desde la infancia a la adolescencia, que uno necesita tener, convocar y manejar para poder dedicarse totalmente a un arte que tiene sus reglas y sus formas de entenderse”.

¿En qué momento y por qué decide dejar su país, Argentina, y trasladarse a Europa? “Como la mayoría de los argentinos somos descendientes de europeos, siempre tenemos en la cabeza a Europa. Es una especie de signo de admiración que tenemos todos los argentinos. Cuando cumplí los 18 años lo que más quería era venir a Europa, surgió la posibilidad y vine. Mi padre me dijo: ”Si no vas ahora, que estás cerca de los veinte años, ¿cuándo vas a ir a conocer ese paraíso que tú crees que es Europa?”

¿Europa es un paraíso? “No del todo, pero en ese momento era un paraíso para mí llegar aquí. Mi padre es europeo, nació en Galicia, así que de alguna manera tengo esa consanguinidad que me produce un profundo respeto por el pueblo europeo”.

Deduzco que no se arrepiente de haber venido a Europa. “No, todo lo contrario, aquí he aprendido mucho y he conocido a los más grandes artistas de la historia de la música popular y me he podido dedicar a conocerlos a fondo. Fundamentalmente a Jacques Brel”.

 

«Me resulta grato que haya gente que reconozca todo lo que he hecho hasta ahora a través de la figura que tengo»

 

El camino del mundo de la música no siempre está compuesto de baldosas amarillas. En sus momentos de flaqueza, ¿cuál fue su motivación para seguir adelante? «Ha habido varias cosas, consejos de amigos muy conocedores. Por ejemplo, Raúl Matas, que fue un periodista musical chileno impresionante, me dijo un día: «Es tiempo de cambios Alberto, es tiempo de pensar de otra manera y de encarar la música desde otro punto de vista». Raúl tenía toda la razón del mundo. Yo he logrado tener un cierto dominio del idioma francés y descubrí a Brel, ahí me di cuenta de que Matas tenía razón, era tiempo de no decir tonterías en las canciones y de, por lo menos, tener pretensiones de hacer algo artísticamente válido y que tuviese el poder de resolver el tiempo futuro “.

Por lo tanto, ¿su música es también un altavoz para remover conciencias? “La conciencia de cada quien es una conciencia absolutamente propia de cada ser humano. Para hablar en términos generales, son las concienciaciones derivadas de algún tipo de ideología política que suelen ser las que terminan manejando los países, entonces, yo no tengo la intención de decirle a mi vecino que no se peine de tal manera, que cuide más a sus hijos o que se compre una bicicleta, no, sencillamente, entiendo que formo parte de ese contexto general y dentro del mismo trato de ser afín a la sociedad en que vivimos. Dicha sociedad necesita a los cantantes y a los que tenemos una pretensión poética, por eso creo que es importante. Por eso existen los “Serrat” y otros artistas que se han dedicado a escribir cosas coherentes y accesibles a la mentalidad de cada ser humano “.

¿En la actualidad la música tiene mucho continente, pero escaso contenido? “Es posible, lo que pasa es que la música es un gran negocio para mucha gente. El negocio no tiene nada que ver con el arte. Pienso, en ese sentido, que he escogido una profesión que me permite vivir adecuadamente al tiempo que me toca vivir “.

 

 

¿Cuál es el precio de la fama? “La fama tiene muchos precios. Anoche pensaba en una de mis canciones que habla sobre la fama, habla de ella como si estuviera hablando de una persona y, la misma, tiene pretensiones de llegar a ser muy feliz por convertirse en una persona muy popular, pero no creo que ese sea el verdadero fondo de la fama. La fama es un regalo que nos hace la gente porque nos conoce cuando andamos por la calle o nos reconoce cuando subimos a un escenario, pero no mucho más, no tiene otro tipo de pretensiones, aunque hay mucha gente que la utiliza para otros fines, pero eso ya es otro tema”. 

¿Le agrada que le conozcan cuando pasea por la calle? “Me resulta grato que haya gente que reconozca todo lo que he hecho hasta ahora a través de la figura que tengo».

Dicen que casi todos los artistas conviven con la persona y con el personaje. ¿Es su caso? “Naturalmente que sí, no lo puedo evitar. Si salgo a la calle y hay cuatro personas que me dicen que les firme un autógrafo, lo hago con mucho gusto. Eso es una convivencia que tengo que aceptar. También hay ciertas esclavitudes como, por ejemplo, que uno no pueda salir mal vestido a la calle porque hay siempre una opinión generalizada del artista de alguna manera. Son opiniones que no son sacadas estrictamente de lo que hace el artista, pero, en ocasiones, la gente encumbra a los artistas a determinados paraísos sentimentales y sensoriales y no es necesariamente así “.

¿La opinión y la crítica son cosas diferentes? “La crítica, cuando viene de alguien que realmente sabe lo que tiene que criticar, es aceptada, reconocida y agradecida, ya que nos permite arreglar pequeños errores que uno pueda cometer”.

¿Cree que aún existen esos “pobres idiotas” que construyen castillos en el aire? “Sí, porque no cuestan nada. Soñar no cuesta nada, salvo que se lo quiera tomar demasiado en serio y se convierta en un esclavo de sueños, pero no es así. Los sueños son gratuitos para todo aquel que los quiera utilizar. Soy un creador de castillos en el aire, me gustaría que las cosas fuesen de otra manera, pero no las puedo transformar, sólo puedo insistir, a través de lo que hago con una cierta dignidad, seriedad y serenidad, para que la gente se tome en serio lo que les digo”. 

 

«Mi corazón tiene el rincón de amar, de amar lo que tiene que ser amado»

 

Escribe canciones a corazón abierto. ¿Qué rincones tiene su corazón? “Mi corazón tiene el rincón de amar, de amar lo que tiene que ser amado. Amo a mi profesión, amo a mi esposa y amo a mis amigos. Es un proyecto amatorio de muchos valores “.

Está en plena gira, “El regreso”. ¿Qué va a ofrecer al público canario sobre los escenarios tanto del Auditorio Alfredo Kraus, en Gran Canaria, como del Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife? “Lo que quiera escuchar el público de mí. Voy a cantar las canciones que la gente quiera escuchar, en consecuencia, estamos en una unidad irrompible entre el público y yo”.

Deduzco que interactúa sobre el escenario con el público presente. “Trato, por todo los medios, de recordar que yo formo parte de ese grupo de gente. De alguna manera, yo también me siento en un teatro a escuchar al artista que me interesa “.

El próximo 8 de abril, dentro del Festival Mar Abierto, actuará en el teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife. Usted ha estado en Canarias con antelación, ¿qué recuerdos guarda de las islas afortunadas? “Recuerdo muchísimo. También vamos a Lanzarote, donde mi esposa y yo hemos estado de vacaciones y lo hemos pasado muy bien. Volver allí ya es un privilegio, y actuar en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife y en el Auditorio Alfredo Kraus en Las Palmas es para mí algo maravilloso. Me fijo mucho en los entornos en los que actúo”.

¿Qué consejo le daría a la nueva generación de artistas musicales que desean abrazar el éxito? “Que consigan información del idioma, información musical y todo lo que se necesita para obtener una obra artística. La información es la base “.

 

Por Ale Hernández.

 

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