Cuarentona o cuarentañera: el temor a un número. Es un día normal, como otro cualquiera, te levantas de la cama dispuesta a empezar la mañana, con los ojos aún por despegar y la cabeza anticipando todo lo que te queda por delante, te diriges al baño, te miras al espejo, observas las inminentes arrugas que bordean tus ojos más o menos cansados, más o menos hinchados, en tus labios atisbas unas pequeñas grietas que emergen cautelosamente…suspiras…sonríes sin sonreír, así se notan menos, te dedicas la primera mirada del día, que tal vez sea la única a solas contigo misma y piensas que desde que fuiste «quinceañera» no has dejado de «hacerte mayor», y llega el momento en el que debes decidir qué quieres ser…

 

Este artículo va dedicado a la mujer, no porque considere que el hombre no sea esclavo también de este momento biológico, psicológico y social de los 40, y más ahora que tienen esa presión estética a la que durante tanto tiempo nos hemos visto sometidas las mujeres, sino por la andadura que la mujer ha tenido que recorrer histórica y estoicamente por ello.

 

Por eso me gustaría hacer un breve recorrido histórico de la mujer , pero de la que cada una de nosotras escribe, la historia de nuestra vida.

 

Pasamos de ser una niña a ser “quinceañera” , con todo lo que conlleva, por primera vez tienes un sufijo en tu edad, ya has pasado a ser “ñera”, y eso marca una época de un maravilloso y a la par tortuoso cambio, el desarrollo físico y hormonal, nuestras primeras parejas, nuestros primeros cigarros, nuestra primera borrachera, nuestra primera relación, ¡nuestra primera vez! con todas las expectativas que teníamos, cuando pensábamos que el sexo iba a ser algo maravilloso, tal y como lo veíamos reflejado en las mejores historias de amor…de la televisión…”chico guapo con abdominales muy marcados conoce a chica guapa de buenas curvas, una mirada basta para saber que eso que estás sintiendo, a lo que unas llaman “mariposas en el estómago” y otras como yo, “puñetazo en el estómago”, eso…¿será el verdadero amor?, la química es insoportable y las expectativas de la primera cita no pueden ser más altas, ¿estás preparada?, puede que hoy sea el día en que pases de niña a mujer, ese día que recordarás toda tu vida. En realidad…estás perdida queriendo ser lo que aún no sabes si eres.

 

Tienes ganas de crecer, de tener dieciocho, es curiosa esa contrariedad con la que vivimos, cuando tenemos quince queremos tener veinte, y cuando tenemos cuarenta queremos tener treinta…y entre un sin fin de preocupaciones tales como tu cuerpo, los chicos, tus padres, tus amigas, las notas, tu orientación sexual, etc…pasas a ser “veinteañera”, ya tus padres confían más en ti, empiezas a vivir con cierta autonomía, las amistades se afianzan, las parejas son más duraderas y de repente, por alguna razón casi mágica debes saber a lo que dedicarte el resto de tu vida, porque debes escoger una carrera o una rama en los estudios (si es que lo haces, tal vez aún no hayas sentado cabeza y lo que quieras es recorrer mundo o tomarte años sabáticos, tal vez no es tan mala idea, no hay mejor edad que esa para permitírtelo, después…todo será más complicado)…y mientras, vas ampliando tu experiencia sexual, ya te has dado cuenta de que las cosas no son como en la tele, que lo de tener un orgasmo a la vez con tu chico…es casi un mito!!, y como no, te echaras la culpa a ti…porque él si que llega…y te das cuenta de que lo hace…mucho antes de lo que tú esperabas. Ahora, empiezas a darte cuenta de que no debes esperar a que tus parejas descubran en tu cuerpo, lo que tú aún no has descubierto a solas.

 

Y caminas otra década hasta que te conviertes en “treintañera”… los treinta son una edad maravillosa para la mujer, tienes mucho más claro lo que quieres y cómo demandarlo, te revelas más con los estereotipos sociales de tu género, te planteas más que nunca, si es que no lo has hecho ya, que si quieres ser madre el reloj se convierte en cronometro en cuenta atrás, «se nos pasa el arroz», tal vez no sea el mejor momento, pero la presión no desaparece, y es la década de la plenitud sexual de la mujer, los 35, conocemos mejor nuestro cuerpo, así que nos da menos miedo ser demandantes en la cama, empezamos a encontrar lo que anhelábamos a los 15. Este parece ser el comienzo de una gran amistad entre mi cabeza y mi clítoris.

 

Y entre una cosa y otra llegas a la década de los cuarenta y parece que eso significa que, directamente, has pasado de “ñera” a “ñora”… ¡¡y ahora eres “cuarentona”!!

No existe una definición literal pero sí que existe una conceptual, una que tiene una connotación negativa: generalmente una cuarentona es una mujer que si es soltera o «ya se le fue el tren», o «ya no tiene edad para andar con hombres por ahí». Sí, porque si fuera un hombre sería un Don Juan pero si es mujer será una Doña Juana, y no suena igual. Y justo cuando empiezas a pasarlo bien, ¿qué les pasa a ellos? ¿Quieren ser Gray? ¿Están estresados?…

 

Yo hoy quiero tirar una piedra y no esconder la mano, quiero que perdamos el miedo a todos los conceptos y/o estereotipos sociales que vienen influenciados por un simple número que determina una manera de vestir, de comportarse, de tener expectativas en la vida…..y recordar que los que nos queda por vivir es algo que nunca sabremos, pero el cómo vivir lo que nos queda, es algo que podemos elegir, así que podemos aprovechar para vivir la vida si cabe, aún con más intensidad, con más seguridad, con más experiencia y sapiencia y sobre todo, con menos miedos.

 

Cada una de nosotras tiene sus “temores” preferidos, cierto es que envejecer es uno de los temores más universales. Un temor es un sentimiento de inquietud y miedo que provoca una actitud que no es otra que la necesidad de huir ante alguna persona o cosa, evitarla o rechazarla porque de manera consciente o inconsciente tenemos un pensamiento sobre ella, considerarla peligrosa o perjudicial. Pero ¿cómo huir de la edad? y si mejor nos preguntamos…¿Cómo huir de un sentimiento?

 

“La vida arruga la piel, pero no vivirla…arruga el alma”

 

Por: Ana Paredes – Sexóloga

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