Seguramente serás de esas personas que se esfuerzan para que todo salga bien. Personas con un intachable sentido de responsabilidad, compromiso con uno mismo y una capacidad de esfuerzo, constancia y perseverancia digno de aplaudir, pero cuidado, porque absolutamente todo lo que lleves al extremo, acaba siendo destructivo.

Vivimos en una sociedad donde el perfeccionismo está considerado como una de las mas valiosas virtudes que podemos alcanzar. Sobre todo las mujeres, muchas veces nos creemos super-woman queriendo ser las mejor madre, la mejor pareja, la mejor trabajadora, la mejor amiga, la mejor compañera, la mas eficiente y exigiéndonos todo esto, pretendemos además ¡estar guapas!. Desde la infancia se nos inculca el interés por ser unas perfectas princesas y no cometer errores para poder ser una persona de éxito, y en nuestra ambición por la perfección, se nos olvida que el verdadero éxito es ser feliz.

En ocasiones alcanzamos niveles tales de auto-exigencia que cuando las cosas no salen como esperamos, lo vivimos como algo terrible y catastrófico. No nos permitimos fallar por lo que nos ahogamos en el miedo al fracaso el cual nos limita en muchísimas ocasiones, a emprender actividades que se nos escapan de nuestro control y que a su vez, nos enriquecerían a nivel personal. Cuando llevamos al extremo ese intento de ser perfectas, es cuando aparecen nuestras grandes imperfecciones. Nos convertimos en personas inseguras, llenas de temores, muy críticas con nosotras mismas y con los demás y con una necesidad constante de aprobación por parte de los demás. Es evidente que nadie puede hacer las cosas perfectas, así que todo su esfuerzo se ve frenado por la realidad y en este momento aparece el sentimiento de temor y la ansiedad.

Si te sientes identificada, te recomiendo que reflexiones sobre:

1.- Por no costar dinero, muchas veces malgastamos nuestro tiempo dedicándolo a conseguir lo imposible. Por mucho que busques la perfección no la vas a encontrar, sencillamente porque no existe. Acepta que eres imperfecta y empieza a disfrutar de ello. Un mundo perfecto, sería un mundo sencillo y lo sencillo, siempre acaba aburriendo. Gestiona bien tú tiempo y empléalo en conocerte. Detecta cuales son tus debilidades y cuales tus potenciales. Sigue desarrollando tu potencial y de tus debilidades trabaja las que no te gusten y acepta las que no puedas cambiar.
2.- No conviertas el fracaso en una catástrofe. Cuando te equivocas y sientes que te hundes emocionalmente, es porque estás interpretando que lo que te está pasando es realmente terrible. Siempre recuerda que lo que te daña no es lo que te pasa sino como interpretas lo que te pasa. A veces ignoramos lo que realmente se esconde detrás del fracaso. Y es que, aprendiendo de cada tropiezo es cuando se produce nuestro crecimiento personal.
3.- No intentes tener todo bajo control porque lo inesperado, te guste o no, existe. La vida es cambio, movimiento y solo aquellas especies que aprenden y evolucionan, sobreviven.
4.- Deja de castigarte, humillarte y criticarte cuando cometes un error. Amarte y respetarte a ti mismo es esencial para que también lo hagan los demás.

Si quieres vivir una vida perfecta, acepta ser imperfecta…

Tamara de la Rosa
tamaraconsulta@gmail.com

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