Marilyn Monroe, una leyenda inacabada

 

Hoy, 5 de agosto, se cumplen 55 años de la muerte de «La ambición rubia», de la ‘sex symbol’ más famosa de todos los tiempos. Norma Jeane Mortenson, más conocida como Marilyn Monroe, fue la actriz de cine más popular del siglo XX, considerada como un icono pop y destacada musa de artistas como Andy Warhol y Salvador Dalí.

 

Sin duda alguna, su fallecimiento es, a día de hoy, un misterio sin resolver. En la madrugada del 5 de agosto de 1962, el mundo recibía la noticia de que la estrella se había apagado para siempre. En el número 12.305 de Fifth Helena Drive en Brentwood (California), Monroe apareció inerte en su cama, desnuda, tendida de costado y cubierta con una sábana, con las manos hacia abajo…

 

A partir de ese día, la muerte de la mujer de la melena corta ondulada, teñida de rubio platino más famosa de la historia, ha estado envuelta en numerosas teorías que intentan explicar cómo y por qué se suicidó. O, por el contrario, si se trató de un asesinato. Y es que la policía encontró una serie de incongruencias entre los testimonios de los dos médicos y el ama de llaves de Monroe y todos los acontecimientos que sucedieron. La escena de la muerte parecía alterada, arreglada: las sábanas estaban cambiadas y lavadas y el cuerpo había sido movido. Tampoco había agua ni vaso con el que hubiese ingerido las pastillas (barbitúricos), causa de la muerte según la autopsia.

 

Monroe había manifestado que tenía información «peligrosa» para los Kennedy y que, si solo la consideraban «un pedazo de carne» la acabaría empleando

 

Con esto y la falta de pruebas, todas las hipótesis apuntaron a que la actriz decidió quitarse la vida, pero muchos otros piensan que podría haberse tratado de un asesinato. Y, precisamente, a manos de los Kennedy. La relación amorosa de Marilyn con el futuro presidente de los Estados Unidos es más que conocida. Para él, ella protagonizó uno de los momentos que han pasado a la historia: la canción a capella de Happy Birthday Mr. President en el 45 cumpleaños del presidente. Pero él decidió acabar con el romance, pues tendría consecuencias negativas para su candidadura de cara a las elecciones presidenciales. Por eso John Kennedy la entregó a los brazos de su hermano, Robert. Monroe había manifestado que tenía información «peligrosa» para los Kennedy y que, si solo la consideraban «un pedazo de carne», la acabaría empleando. Debido a estas declaraciones, la sospecha de que los Kennedy pudieron mandar a matar a Marilyn ordenando a sus psiquiatras que le administrasen una inyección letal y, a la vez, que montasen una escena en la que pareciese que había sido un suicidio, sigue en el aire. Esta teoría coge aún más fuerza con las declaraciones de un oficial de la CIA que, antes de morir, confesó que mató a Monroe bajo mandato del gobierno porque ella y sus ideas representaban una grave amenaza para los intereses de los Estados Unidos. A pesar de todo esto, el suicidio sigue siendo la conjetura generalmente aceptada.

 

Pero ¿qué la llevó al suicidio? Marilyn era una joven con éxito, en la flor de la vida. Con tan solo 36 años, doce en el mundo del cine, había protagonizado más de una treintena de películas, logró ser portada de la revista Playboy y se coronó como la mujer más sexy del siglo XX, según los lectores de la revista Empire y People. En su estantería, además, lucían dos Globos de Oro y un Premio David de Donatello. Pero antes de esta vida llena de triunfos y gloria, Marilyn tuvo una infancia y adolescencia difícil. Creció sin padre, y su madre era incapaz de encargarse de ella por motivos económico y emocionales, por lo que estuvo bajo el cargo de familias adoptivas o amigos de su madre. En uno de estos periplos, fue violada por dos miembros de una de las familias. Dentro de tanta oscuridad descubrió que tenía una medio hermana mayor, Berenice, cuya relación era muy estrecha. Durante su época adulta no le faltó trabajo, pero eso ocasionó que sufriese abortos espontáneos. Tampoco tuvo suerte en el amor, y ninguno de sus tres matrimonios acabaron en final feliz.

 

Aunque en la gran pantalla proyectaba una imagen atrayente, encantadora e inocente, en la vida real luchaba, peleaba por demostrar que era algo más que eso

 

En cuanto a su personalidad, podría decirse que Marilyn Monroe tenía dos facetas destacadas. Por un lado se trataba de una mujer que derrochaba una gran feminidad y vulnerabilidad, un glamour y seducción muy característicos, y era muy consciente de sus dones como mujer rubia y muy atractiva, por lo que, a veces, pasaba por tonta sin serlo realmente. Por otro lado, era prisionera de la primera faceta: tenía muy en cuenta lo que opinaban las personas más cercanas a ella. A medida que fue creciendo y adentrándose en el mundo del espectáculo, desarrolló una personalidad neurótica, depresiva y obsesiva, cuyo origen residía en la carencia de cariño y afecto en las primeras etapas de su vida. Esto también desembocó en su comportamiento descuidado e irresponsable en los platós: llegaba tarde a las sesiones de rodaje, tenía ataques de pánico y conductas impulsivas, y sufría insomnio. Esto la llevó a ser frecuente consumidora de medicamentos y, en ocasiones, a estar hospitalizada. También se sumó su incesante lucha por demostrar que era algo más que una cara bonita y un cuerpo ’90-60-90′. Cuanto más elogiada y reconocida era por esto, más trataba de no caer en las garras del conformismo que su imagen proyectaba, y fue sometida a un constante acoso por parte de trabajadores del sector. Aunque en la gran pantalla proyectaba una imagen atrayente, encantadora e inocente, en la vida real luchaba, peleaba por demostrar que era algo más que eso. Pero en las entrevistas jamás se interesaron por los autores que leía, sus inquietudes intelectuales o por los papeles y películas en los que quería actuar, y sus respuestas tampoco incitaban ni contribuían a ello. Es por ello que, de manera inconsciente o no, la propia Marilyn acababa contribuyendo a afianzar la percepción que la sociedad y la opinión pública tenía de ella.

 

A pesar de su trágico fin, todos tenemos grabados en nuestra mente muchas de las imágenes que Monroe nos regaló. Y es que el amor que se siente por ella va más allá de la muerte. Es imposible concebir, a día de hoy, un personaje que rezume la sensualidad que Marilyn tenía. Considerada como uno de los iconos eróticos del siglo XX, ya no existe nadie que no sepa quién es. Cómo no recocer la imagen de una Monroe en La tentación vive arriba con blusa y falda plisada blancas que se le levantan y agitan cuando pasa sobre un respiradero del metro de Nueva York. Cómo olvidar el ‘cumpleaños feliz’ más famoso de todos los tiempos, con Marilyn embutida en un vestido de color piel y lentejuelas, que a la vista del público daba la impresión de que no llevaba nada encima. Y, aunque no seamos los más eruditos en cuanto a arte se refiere, es imposible no identificar el Marilyn Diptych de Andy Warhol, la serigrafía que el artista completó semanas después de la muerte de la actriz.

 

Sin duda alguna, el recuerdo de la gran Marilyn Monroe jamás desaparecerá. Ella y su historia son una leyenda que nunca morirá.

 

Por: Sheila H.M.

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