Antonia María Varela: «No queremos apagar, queremos cambiar la forma de alumbrar»

Científica, divulgadora y directora de la Fundación Starlight, una entidad creada por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC)

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Antonia María Varela - Fotografía: Rubén De Cándido

Antonia María Varela: «No queremos apagar, queremos cambiar la forma de alumbrar»

Antonia M. Varela Pérez, mujer enérgica, que fija alto sus objetivos y con un compromiso íntegro a sus ideales. Original de Santa Cruz de Tenerife, es profesora en la Universidad de La Laguna, Doctora en Astrofísica e Investigadora/ingeniero Senior del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Trabajó en la selección de la ubicación para el Gran Telescopio de Canarias y del European Extremely Large Telescope.

Científica, divulgadora y directora de la Fundación Starlight, una entidad creada por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que protege el cielo estrellado contra la contaminación lumínica y factores externos, así como encargada de auditar y acreditar la certificación a los territorios Starlight.

¿Cómo era estudiar ciencias en los años ochenta? Me atrevería a decir que éramos un 20% de mujeres frente a un 80% de hombres. Hoy por hoy, preocupa menos este número, pero en mi época era andrógino. Grandes mujeres matemáticas a lo largo de la historia han sido invisibles. Por lo tanto, entre los pocos referentes femeninos que existían, sumado a las dificultades que entraña estar en un mundo mayoritariamente de hombres, ahora somos más visibles. Sin embargo, debemos asumir retos de liderazgo y animo a todas las mujeres a que reivindiquen y no renuncien a la posibilidad de asumir un puesto de responsabilidad. Se lo debemos a todas esas mujeres que descubrieron cometas y el mérito fue atribuido al marido.

¿Tras terminar la titulación, cuáles fueron tus siguientes pasos? Terminé en 1988 y, de hecho, empezamos cien personas y terminamos diez. Fui la mejor de mi promoción y, al poco de terminar, me aventuré en un proyecto realmente apasionante. Más tarde, comencé mi tesis en la que estuve trabajando cuatro años, viajando por diferentes partes del mundo.

¿Sobre qué basaste tu tesis? Tuve una tesis de lujo: estuve en Cambridge, en Chile, en Suiza, en Alemania, en Dublín y viajé por un montón de ciudades. Mi tesis se basó en los bulbos de galaxias próximas a la nuestra. Estudié la morfología, composición y dinámica de la parte interior de esas galaxias espirales. Aún pertenezco al grupo de Formación Estelar, si bien lo dejé un poquito aparcado, procuro seguir al tanto, pero lo tuve que abandonar para dedicarme al 100% a caracterización de observatorio. Aunque los canarios podamos tener la sensación de inferioridad, nuestra calidad formativa es igual que la de los doctorandos extranjeros. Erróneamente, pensamos que lo extranjero es mejor; me sentí como cualquier otro doctorando, y toda esta nube me hizo ganar confianza en mi misma.

¿Y tras este estudio? Primeramente, ocupé mi plaza posdoctoral. Me encargué de verificar y analizar los datos que nos facilita un monitor que mide la turbulencia atmosférica y la nitidez de las estrellas. Es un instrumento básico y elemental, cuyo diseño se hizo aquí entre el Instituto de Astrofísica de Canarias y el Departamento de Astrofísica de Niza.

¿Cuál fue tu siguiente experiencia? Entré en el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) hace treinta y tantos años, donde formé parte de un proyecto muy pionero y arriesgado, porque nadie sabía qué camino iba a tomar: consistía en estudiar la atmósfera en Canarias.

Lo explico brevemente, entre nosotros y el cielo, existe una fina atmósfera, y puede distorsionarse según sus propiedades, características y moléculas, su composición o turbulencias. Todo ello provoca que la luz de las estrellas hasta llegar a nosotros tenga una serie de cambios que se denomina «óptica atmosférica». En astronomía, esto tiene relevancia a la hora de determinar si un lugar es óptimo y dictan el diseño de los telescopios y su instrumentación. Y son estos estudios los que han permitido que a Canarias vengan los mayores telescopios del futuro.

Más tarde, conseguí una plaza en el Gran TCan para, precisamente, la búsqueda de lugares óptimos para la instalación del Gran Telescopio de Canarias. Tuve que ir campo a través con mi directora de tesis, que fue mi jefa también en este proyecto. Recuerdo de ir embarazada, incluso, y a mi memoria viene un día concreto: íbamos campo a través, con mi barriga bastante prominente, y caminamos por un lugar lleno de codesos quemados. Llegué manchada, tiznada, y fue ese día en el que marcamos con una cruz donde iría el Gran Telescopio. Un sondeo que duró varios años. Ahora hay una carretera, pero en esa época no había nada, solo arbustos, retamas y codesos.

¿Cuáles son las prioridades en los cielos de Canarias? Ahora mismo, tanto los canarios como a escala mundial, tenemos que luchar contra el mal alumbrado y ser más conscientes de la contaminación lumínica. Es cierto que las luces LED son más eficientes, pero no siempre lo más eficiente es lo más recomendable. La luz blanca se dispersa más en la atmósfera y puede afectar a nuestros ritmos biológicos y a los de las especies. Por este motivo, se crea la Fundación Starlight y la iniciativa que lleva el mismo nombre.

Canarias fue el primer lugar del mundo que se plantea esta llamada de atención. En un primer momento, esto vino por parte de los astrofísicos. “Perdíamos las estrellas, perdíamos la nómina”, estábamos reivindicando la materia prima. Se crea la primera ley del cielo en 1988, justo cuando yo acabé mi tesis. Cumplió 30 años hace dos años. Es una ley pionera, pero protege únicamente a la isla de La Palma y la mitad de Tenerife que mira a La Palma. Sigue siendo única en muchos sentidos y, de hecho, hay muchos lugares que han hecho acopio, como Chile, Hawái y muchas comunidades españolas. No obstante, sigue siendo única en el sentido integral, que no solo nos protege de la contaminación lumínica, sino radioeléctrica, atmosférica y en otras áreas. Por ejemplo, no pueden volar aviones, ya que alteran la imagen con turbulencias. 

¿Qué es Starlight? Es una iniciativa mundial, un llamamiento a la pérdida de un patrimonio cultural natural que ha sido el punto clave de referencia en la humanidad y civilizaciones. Un recuso cultural e histórico, medioambiental. Resulta que nos hemos creado un planeta de día y noche, y nosotros llevamos apenas dos siglos, y eso es un minuto en la vida de la humanidad si la concentráramos en un día, no hemos evolucionado sino un día y una noche natural. Las especies las aves, los anfibios, los seres vivos han evolucionado con un día y una noche y el ser humano también y estamos alterando los círculos biológicos y circadianos.

¿Qué retos se han marcado desde Starlight? Lo primero que se hizo fue una conferencia internacional en 2007, a la que se invitaron a instituciones como la UNESCO, la Organización Mundial de Turismo, la Unión Astronómica Internacional y muchas otras. Entre todos, firmamos un decálogo que se llama la Declaración Starlight. Su primer punto es el más importante: «El cielo oscuro es un derecho para las generaciones futuras, inalienable de la humanidad, equiparable a cualquier otro derecho social cultural o medioambiental por la repercusión que tiene en el medio ambiente y en la biodiversidad».

¿Ahora que eres la directora, a qué retos te enfrentas? Estamos ahora con dos graves problemas: primeramente, el clima. Las personas olvidan incluir la contaminación lumínica en el cambio climático, puesto que aún no estamos mentalizados de que es la más intrusa de todas las contaminaciones. Es muy fácil de resolver y no tiene secuelas como tienen las demás, puesto que no pasaremos siglos para recuperar las trazas de CO2 medioambientales normales. Por otra parte, el cielo es un recurso natural de muchos puntos de la España rural y de otros lugares del mundo. Hemos creado una certificación que acredita que el cielo de una zona determinada es de calidad, pero no es tanto el sello lo que le da el peso, también es un sello en valor y dinámico activo, que permite conseguir fondos para dinamizar actividades de divulgación de la astronomía.

Antonia María Varela. Científica, divulgadora y directora de la Fundación Starlight

¿Mujer y ciencia? Si hablamos de mujer y ciencia, tardé mucho en consolidar mi plaza. fue cuando me hicieron responsable de un área en la que tenía tres hombres a mi cargo. Me encontraba promocionando a uno de ellos y caí en la cuenta: hacía muchísimos años que yo estaba estancada y reclamé. Tenía un contrato de ingeniera por oposición y pasé a ingeniera ‘senior’, y sigue siendo mi contrato.

¿De los sitios que has podido visitar como auditora ha habido alguno que te haya conmovido? Uno de los sitios que más me ha conmovido es el Atlas (Marruecos), he estado con mujeres bereberes, con mujeres que trabajan el Argán, lugares donde solo trabajan mujeres en cooperativa y solo permiten la entrada a las mujeres, porque no pueden trabajar con hombres. Por lo que me he visto con realidades muy curiosas. Y pensar, ¡dios mío estoy hablando de astronomía con todo lo que hay que hacer todavía!, pero el cielo ha unido a sitios. Por ejemplo, ahora vamos a certificar el desierto Atatacoa en Colombia y eso era un territorio en conflicto armado, y es el cielo el que ha creado una oportunidad para ambos bandos. Y para mí, es un orgullo pensar que han bajado las armas.

¿Cuáles son los pasos a seguir una vez que un territorio se pone en contacto con la fundación? Primeramente, tenemos una conferencia en la que hablamos de lo que desean certificar. Contamos con datos de satélite, les ponemos en contacto con expertos y empresas que pueden hacer el estudio de calidad del cielo y, a partir de entonces, comenzamos a trazar una hoja de ruta.

Y una vez que certifican el cielo, ¿qué actividades organizan? Desde senderos nocturnos hasta catas de vino con observación. Por ejemplo, en Menorca, las cabalgadas; en Aragón, la paleontología; en Ávila, los castros celtas. En cada sitio, debemos unir sus características e historia con el cielo. Somos los únicos en el mundo que promovemos esta unión sostenible. Hemos unido ciencia y turismo.

Entonces, en tu día a día, ¿tienes que certificar la calidad del cielo del planeta? Sí, claro, de todos los lugares.

En este año 2020, ¿va a tomar otra dirección la fundación? Cuando entré, hice un plan estratégico para dos años. Me basé en la importancia de consolidar la certificación, internacionalizarla y seguir promoviendo los tres ejes fundamentales: educación, divulgación y concienciación. En 2010, nos hemos dado a conocer más internacionalmente. De hecho, nos han llegado peticiones de Argentina, México, Costa Rica, Puerto Rico, Uruguay, Chile, Perú, Nueva Escocia en Canadá. Y en 2021, tenemos pendiente certificar el Camino de Santiago francés. Solo en el año 2019 hemos abierto 70 expedientes. 

¿Cómo influye la contaminación lumínica? Es un problema silencioso, que afecta a nuestra salud y a la biodiversidad. Se ve perjudicado nuestro reloj biológico, desajustes en la segregación de la melatonina, la hormona del sueño, que solo se produce en condiciones de oscuridad absoluta, y que puede acarrear problemas de estrés, insomnio, diabetes e incluso obesidad.  Sin irnos muy lejos en el tiempo, pensemos en las luces navideñas de Vigo. El daño a las especies no tiene valor económico, las pardelas cenicientas no deberían desorientarse y llegar a Canarias como está sucediendo. No siempre lo eficiente es lo menos contaminante, y como decía, los LED ahorran energía, pero los de menos de 3000 kelvin, los cálidos, son mejores porque tienen una cromacidad que no cambian el color y no producen deslumbramientos. La contaminación lumínica influye en las especies y en nuestra salud.

¿Cómo podemos mitigar esta contaminación? Nosotros no queremos apagar, queremos cambiar la forma de alumbrar. Sé que muchas ciudades se han pasado al LED, pero el LED 3000 no es la mejor versión. París, por ejemplo, ha cambiado todo a LED porque es lo que indica la normativa europea, pero debe de ser aún más estricta. Desde la fundación no permitimos dispersión hacia el cielo. ¿Para qué alumbrar hacia arriba, por ejemplo los edificios, un castillo, el foco de luz, por encima de la vertical?

¿La fundación es positiva? Estamos contentos porque estamos consiguiendo muchísimos logros y, sobre todo, concienciación. Ahora viene una generación diferente, reivindicativa, que se preocupa y que pretende que no repitamos las tonterías que hemos hecho.  

¿Cuál ha sido tu mayor logro? Para mí, el mayor logro es estar, después de treinta años, ilusionada con el trabajo que hago. Siempre estoy con ganas de terminar para ver los datos y resultados; esa ilusión por estar trabajando en algo que sé que va a repercutir en el trabajo de tanta gente que intenta recuperar su cielo. Soy privilegiada de estar en un entorno y hablar con gente que quiere recuperar lo auténtico y ser más responsable.


Descubre los municipios con los cielos más estrellados de España y del mundo, sigue a la Fundación Starlight en fundacionstarlight.org y en sus redes sociales.

Beatriz Hernández Padrón – Periodista.

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