Según la RAE, cosificar es reducir a una persona a la condición de cosa. Se trata de un término acuñado en 1997 que surge a raíz de publicarse “La teoría de la cosificación” de Barbara Fredrickson y Tomi-Ann Roberts, ambas psicólogas sociales y profesoras universitarias estadounidenses. Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido desde entonces, la cosificación forma parte de nuestra vida cotidiana a través de mensajes, imágenes, actitudes e incluso canciones. Una “normalidad” que facilita su aceptación y anima a expresiones y conductas cosificadas, sin cuestionarnos sus consecuencias a nivel social y educativo.

Es importante cuidar el camino hacia la igualdad de género en todos los ámbitos y para ello, la comunicación es fundamental. Por eso y porque a veces cuesta identificar la cosificación, me he animado a incluir aquí el TOS –Test del Objeto Sexual- diseñado por la socióloga Carlone Heldman que facilita la identificación de la cosificación sexual en la comunicación según siete modalidades:

  1. Commodity: la persona se muestra como algo que se puede comprar, vender o utilizar como mercancía, objeto o alimento.
  2. Maltrato: la persona es vejada o humillada sin su consentimiento.
  3. Intercambiabilidad: la persona puede ser intercambiada dentro de una colección de cuerpos similares.
  4. Partes: solo se muestran partes del cuerpo de la persona, generalmente, las de mayor connotación sexual.
  5. Sustitución: la persona sustituye a un objeto, como una silla o una mesa.
  6. Disponibilidad: se sobreentiende la disponibilidad sexual de la persona.
  7. Lienzo: la persona se utiliza como un lienzo sobre el que se trasmite un mensaje.

 

Ninguna de las siete es mejor o peor, todas son formas de cosificación y a todos nos vienen a la mente ejemplos de imágenes y mensajes de cada una de estas modalidades, sobre todo, en lo que respecta a la cosificación de la mujer en concreto, que es la más extendida. Además, la cosificación no solo va dirigida a la mente masculina, en la que queda registrado el cuerpo de la mujer como objeto de placer sometido a su voluntad, sino también a la femenina, afectando a la propia visión de la mujer sobre el ideal del cuerpo femenino. De hecho, la gran mayoría de los anuncios que vemos y oímos van dirigidos a las mujeres y en ellos se proyecta de forma sutil cómo se espera que actúe y cómo es su cotidianeidad social.

La cosificación femenina puede expresarse de formas diferentes, pero el fin siempre es el mismo y es el de reducir su valor como mujer a la función de su cuerpo, algo que no solo refleja la publicidad sino el propio lenguaje y la letra de determinadas canciones que repetimos sin pensar y sin tomar consciencia de que nuestras palabras y visualizaciones configuran nuestra realidad.

Os animo a incrementar la consciencia de nuestras palabras, a pasar el filtro TOS y a elegir ser libres de proyectarnos como deseamos. La libertad de la mujer es una realidad relativamente reciente y es responsabilidad de todos cuidarla y cultivarla, protégela y seas hombre o mujer ¡descosifícate ya!

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