SECRETOS EN CINTURA.
Paula se echó las manos al vientre y, por un instante quiso entrar dentro de si misma, de sus entrañas; para abrazarle, flotar junto a él, susurrarle cuánto había deseado que se anclara en sus caderas, que respirara de su propio aliento…..que creciera como una dulce manzana…
Paula anhelaba ser madre, madre suave, madre ancha, para poder abrazar tantísimo amor, porque…¿Cabría acaso el Sol entero en una tacita de café?. Así se sentía, desbordada, completa por los 4 costados.
Quería ser dueña, dueña única y egoísta de los mimos de ese ser. No quería repartir las ansias de amar y que ella sola se había ganado desde que antaño llorara a puñetazos ciegos contra la almohada, confesando su esterilidad.
Ahora que esconde su secreto bajo una tripa tensa y dura, calla en su intimidad el sonido de esa cajita de música, que abre con recelo, cada noche susurrando muy bajito, que guarda bien atado su regalo, con un lazo de ternura.
Y como tiene 44 y es pecado ser dos en una, esconde a las amigas y hermanas sus compritas furtivas de sonajeros y cunas. Prepara su apartamento, con dulzura, cambia cuadros de Audrey Hepburn por otros de osos blandos y lunas y hasta vacía esas viejas botellas que rellenaba de locura…ella.
Ya viene la bata verde y la fanfarria de gentes.
Paula no ha avisado a nadie, sólo un arrorró la envuelve.
Por: Irene González
Foto: Pinterest