En Carnaval lo femenino y lo masculino se entremezcla, se confunde y se transforma. Es una oportunidad de poner de manifiesto nuestras dos naturalezas, yin y yang, sin estar muy pendientes de dónde recae el peso de la balanza. ¿Quiere eso decir algo sobre nuestra identidad de género? No siempre… En ocasiones puede dar rienda suelta a una forma de ser y sentir oculta, sin embargo, otras muchas veces no tiene nada que ver con dicha circunstancia.

¿Os habéis dado cuenta de que más del 70% de los disfraces de Carnaval son femeninos? Es la oportunidad de hacer un guiño a nuestra capacidad de transformación y reinvención, aunque sólo sea por unos días, y parece que las mujeres damos más juego, no sólo por ciertos clichés y atributos de feminidad, sino quizá también por los relacionados con nuestra naturaleza emocional y poliédrica.

Al aludir a lo femenino, o quizá porque este mes celebramos el día de la mujer trabajadora, me ha venido a la mente una frase muy extendida que me resulta incómoda: “Estoy por lo femenino, pero no por lo feminista” y me da que pensar, ¿de verdad tienen algo que ver estos dos términos? Me parece una argumentación evasiva que descentra la cuestión de lo importante porque, no sólo no son términos excluyentes, sino que además son diferentes. El feminismo es una cuestión de derechos y la feminidad es un conjunto de atributos, conductas y manifestaciones tradicionalmente asociados a la mujer que también es importante revindicar.

Ser feminista no es estar en contra de lo masculino, ni tampoco serlo. Tiene que ver con la conquista de las libertades de las mujeres como colectivo y no es exclusivo de nuestra condición, como tampoco lo es la feminidad. Hace ya algún tiempo, leí un artículo de Ramón Irigoyen titulado ¿pero quién es el bestia que no es feminista? que ahondaba en este concepto y me pareció claro y contundente. Tras analizar el término en profundidad, repasando con maestría algunas de sus definiciones oficiales, concluía: ¿se puede decir «soy un poco demócrata» sin hacer el ridículo? Pues tampoco se puede decir «soy algo feminista». Se es feminista o antifeminista, como se es demócrata o antidemócrata.

La conquista de libertades que ha realizado la mujer durante el siglo XX ha sido amplia y a veces no somos conscientes de que es muy reciente, tanto que todavía tiene causas pendientes y a veces, evidencia cierto desencaje de roles. Ahora es momento de seguir avanzando y no sólo en las libertades individuales, sino también en las colectivas como sociedad, de modo que podamos gestionar la diversidad en un contexto armonioso y de igualdad efectiva, donde las diferencias aporten valor y podamos transcenderlas sin techos de cristal. En ese sentido, decía Mary Lou Quinlan, una experta en marketing para mujeres: “El liderazgo de este siglo, emocional y emocionante, solidario y sólido, cooperativo y operativo, flexible y pragmático, es femenino. Sólo quien sepa encarnarlo, sea hombre o mujer, tiene futuro político».

Volviendo al tema del Carnaval, con el que iniciaba este texto y en el que me encuentro inmersa mientras escribo estas líneas, está claro que más que una cuestión de género es el pretexto ideal para liberarse de los corsés que imperan el resto del año. De darnos permiso para ser únicos y exhibir nuestra identidad con libertad, mostrándonos sin cortapisas. Por eso, tanto si vamos de yin como si vamos de yang, lo que estaría muy bien es poder regresar a casa con esa mentalidad libre, para disfrutar sin reservas de esa apertura tan necesaria en esta nueva era en la que nos encontramos.

Y ya sabes… El liderazgo femenino es tendencia, ¡también en Carnaval!

María-José Dunjó
www.mjdunjo.com

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