Pilares de la Inteligencia Emocional
Aunque en nuestra formación reglada aún le damos especial importancia al coeficiente intelectual, a nivel laboral y empresarial, cada vez existe más conciencia de la importancia que tiene el nivel de inteligencia emocional de nuestro equipo de trabajo. Así que, realmente, ese equilibrio entre lo emocional y lo racional es lo que constituye nuestra forma de enfrentar el mundo y en suma nuestra realidad y personalidad.
Un alto nivel de inteligencia emocional es un factor clave en los negocios, volviéndose básico, hoy en día, el trabajarla y potenciarla. Por ello, pasemos a conocer cuáles son los pilares en los que se sustenta la inteligencia emocional.
- Autoconocimiento: Ya lo dijeron los clásicos, “Conócete a ti mismo”. Esta máxima sigue siendo válida actualmente, e imprescindible, si queremos entender cómo nos sentimos y cuál es el estado emocionales que nos domina.
- Autorregulación: Una vez conocemos cuáles son nuestras emociones, ser capaz de controlarlas, no dejar que sean ellas las que nos controlen a nosotros. Esto implica saber mantener la calma ante situaciones de tensión, evitando que nuestros sentimientos nos paralicen.
- Motivación: se consiguen altos niveles de compromiso cuando las personas están motivadas. El ser capaz de descubrir cuáles son nuestros talentos y por tanto las áreas en las que nos sentimos más motivadas al trabajar hará que nuestros niveles de productividad, eficiencia y felicidad aumenten abismalmente.
- Conciencia social: no solo es suficiente con entender nuestras emociones, tenemos que tener conciencia de lo que los demás están experimentando, empatía, puesto que nos somos entes que vivan aislados.
- Gestión de las relaciones sociales: una vez tomamos conciencia de nuestras emociones y de las de los demás podremos construir relaciones fuertes. La unión hace la fuerza. Y puesto que actuamos como entes sociales la fortaleza de las relaciones que creamos es primordial.
Competencias como el liderazgo inspiracional, la influencia, la comunicación efectiva, el crecimiento personal y el catalizador de cambios, solo son posibles fortaleciendo estos pilares, que todos poseemos en mayor o menor medida y que solo necesitan ser activados trabajándolos. Nuestro cerebro está continuamente desarrollando nuevas conexiones a medida que aprendemos habilidades, su plasticidad hace que sea posible nuestra evolución como individuos, sería absurdo no trabajar este potencial que todos poseemos y que tantos beneficios puede reportar.
Como bien dijo Aristóteles: Educar la mente sin educar al corazón, no es educar en absoluto.
Por Maribel Pérez Román – Directora de Proyectos y Consultora Fundación Incyde.