El Aloe Vera y la belleza forman un tándem muy ligado desde muy antiguo. Ya Cleopatra y Nefertiti usaban esta planta para su cuidado y belleza, puesto que ayuda a conservar nuestra belleza natural, llegándose a denominar por los expertos como “la planta de la eterna juventud”, un milagro de la naturaleza.
La hoja del Aloe Vera contiene más de 200 componentes, entre ellos: monsacáridos, polisacáridos, glicoproteinas, minerales, enzimas, hidroquinonas y vitaminas A y B1, B2, B3 y B6, que favorecen la mejoría de la piel, así como vitaminas C y E. También contiene minerales como calcio, magnesio, cobre, sodio, hierro, potasio y zinc.
Por todo ello es un importante regenerador celular, cicatrizante, antiséptica, bactericida, tonificador, por su alto nivel de penetración en la piel, regulando el pH de las tres capas de la piel, ayudando a evitar las arrugas prematuras y retrasa la aparición de las propias de la edad.
Hidrata en profundidad, por lo que es muy recomendada para pieles sensibles, estropeadas, en irritaciones y quemaduras solares. En tratamientos de acné, evita la infección de los poros.
También ayuda en la eliminación de las células muertas que se acumulan en algunas zonas de la piel formando durezas y callosidades y después de la depilación, evita las rojeces y erupciones que se puedan producir.
En cosmética se utiliza por sus propiedades astringentes, reduciendo la medida de los poros abiertos y puede usarse debajo del maquillaje. Evita y retrasa las arrugas prematuras si se usa con regularidad, facilitando la penetración en la piel de otros productos.
Una de sus principales ventajas es que penetra en las tres capas de la piel: epidermis, dermis, e hipodermis, y expulsa al exterior las bacterias y los depósitos de grasa que taponan los poros de la piel. Al mismo tiempo, la acción de los nutrientes naturales, las vitaminas, los minerales, los aminoácidos y las enzimas, estimulan la fabricación de nuevas células.
