Genética y Nutrición. Hoy me gustaría reflexionar sobre una frase que escucho una y otra vez en consulta cuando pregunto por las enfermedades que padecen: “lo que tengo – ya sea obesidad, diabetes, colesterol, artritis, etc.-  es genético”. ¿Es esto cierto? ¿Podemos hacer algo para cambiarlo? ¿Estamos condenados desde que nacemos a padecer las mismas enfermedades que han padecido nuestros familiares?

 

Pues sí y no. La genética, indudablemente, es la base de nuestra existencia. Nuestros genes determinan nuestro color de ojos, color de piel… y, por supuesto, también nuestras enfermedades. Pero estos no funcionan como una condena a cadena perpetua; su presencia en nuestro organismo no significa que estén expresados o activados, que es la forma en la que se desarrolla la enfermedad. Esto último puede ser modificado por factores epigenéticos: el estrés, la alteración de nuestro ritmo circadiano (pocas horas de sueño, trabajar por turnos), exceso o defecto de ejercicio físico, tabaco, polución y muy especialmente los hábitos alimenticios que mantengamos.

 

Podemos entender los genes, como si de semillas se trataran, y el cuerpo como un hermoso huerto. Dependerá del abono y el riego que usemos, que crezcan, es decir, se expresen en forma de enfermedad o se queden latentes en nuestro organismo sin desarrollarla. Todos tenemos una predisposición genética a tener una enfermedad u otra, pero también disponemos de herramientas para intentar evitar su desarrollo.

 

Para esto es importantísimo decidirnos a realizar cambios reales a tiempo. Desarrollar un estilo de vida saludable, evitando caer en la trampa de creer que haciendo un cambio solo durante un tiempo, obtendremos beneficio durante el resto de nuestra vida. Estos cambios deben ser atemporales y constantes. Hacer ejercicio físico al aire libre, ser felices y, fundamentalmente, modificar nuestros hábitos alimenticios. Desarrollando una alimentación mucho más cruda, con gran predominio de frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos, semillas, aceite virgen prensada en frío. Disminuyendo, o mejor, evitando el azúcar, galletas, bollería, carnes, embutidos (el pavo light sin grasa también es embutido), fritos, productos enlatados, refrescos, bebidas alcohólicas, lácteos, aceites calentados o refinados.

 

La salud está en nuestras manos. Esto es algo muy positivo, porque hace que nuestros cambios dependan en mayor medida de nosotros mismos. Aprendamos a responsabilizarnos de nuestro cuerpo y de lo que ocurre en él, alejándonos de justificaciones externas, que algunas son ciertas, pero no todas inevitables.

 

Recuerda, no suprimir las cosas “buenas” de la vida, impide disfrutar de las mejores.

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