«Las etiquetas paralizan y matan la

forma de vida»

Uno de los privilegios del Periodismo es poder encontrarse en el camino con artistas de la talla de Rosana. Charlar con nuestra cantante canaria más internacional es algo tan natural como el aire que respiro. Recién llegada a Tenerife, para asistir a la XXII Edición de los Premios Cadena Dial, Rosana responde a mis preguntas con atención y, a la par, sin cautela. No en vano los grandes artistas no precisan de preámbulo alguno.

Cercana en las distancias cortas y con el público a su lado y de su parte, Rosana es consciente que no hay vuelta atrás ante su éxito internacional irrefutable, esquivando a la fama para dar la bienvenida a su principal motivación, su público. Sonrisa perenne, mirada al frente, ese dinamismo cual «Correcaminos» dejando atrás a cualquier «Coyote», intensidad de conversadora nata y con la alegría como máxima de vida, Rosana Arvelo dice sí a la música y no a los estereotipos en una entrevista que hace que se conozca un poco más a la persona, sin olvidar a la guitarra.

Conejera, la pequeña de ocho hermanos, su padre le regaló una guitarra (corríjame, si me equivoco) cuando tenía cinco años. ¿La música la lleva implícita en el ADN o es vocacional?

[Ríe] Efectivamente, ignoro por qué, pero siempre me regalaban instrumentos musicales. ¡Desde que le rasqué las tripas a ala guitarra ya sabía que sería mi mejor amiga! Creo que era algo que venía de serie y, por supuesto, a la vez es mi vocación. La música la llevo en la memoria de la piel.

Con 20 años decide instalarse en Madrid. ¿Nadie es profeta en su Tierra?

Decidí instalarme en Madrid para estudiar música, pero adoro mi tierra y vivir «con una hora menos» significa vivir feliz. Nunca me he considerado profeta, ni de aquí ni de allí, tan solo hablo emociones en forma de canción. Comparto música con aquellos que deseen hacerlo conmigo. Mi tierra y yo nos adoramos.

Durante sus principios, en este mundo mágico de la música, acarició con sus temas a artistas como Azúcar Moreno, a Esmeralda Grao e, incluso, hasta al mismísimo Tarantino, que incluyó en la BSO de una de sus producciones cinematográficas, «Curdled», dos de sus temas: «Lunas rotas» y «El talismán». Empezando su carrera musical de una forma apoteósica, ¿presintió en alguna ocasión, el éxito internacional hasta el que ha llegado?

Entré en el mercado de la mano de la gente y son ellos los que han decidido que siga aquí. Siempre defino al éxito como un gran momento de magia, que hasta ahora me ha acompañado, pero es mucho más importante todo lo que me llevo detrás y siempre siento que «Lo mejor está por llegar» [Ríe].

Supongo que no todo el camino era de baldosas amarillas. Cuando flaqueaban las fuerzas, ¿cuáles fueron sus motivaciones para seguir adelante?

No suelo rendirme, aunque, como bien dices, siempre hay momentos en los que uno se siente más frágil. En mi caso, mi motivación siempre ha sido la gente. Todos aquellos que me cuentan que son felices escuchando mis canciones o que se van de mis conciertos con una sonrisa. Ellos son mi motivación diaria.

Los artistas alternáis con la persona y el personaje. ¿cómo convive con ambas facetas bajo una misma piel?

¡Yo creo que soy un poco personaje siempre! [Ríe] Ahora,en serio, en mi caso no creo que existan esas dos facetas. Soy la misma siempre, encima del escenario y debajo de él.

El fenómeno fan es algo que cualquier artista de éxito lleva en su «mochila». A estas altura de su carrera, ¿le ilusiona que la reconozcan por la calle?

Me encanta la gente, por lo que la ilusión no se basa en me conozcan o no por la calle, sino en compartir con ellos un abrazo, una sonrisa, o conocer de cerca un poquito aquellos de admiran mi trabajo. Más allá de compartir con ellos mi música, me gusta compartir con ellos más cosas. Por  eso soy tan activa en redes sociales, me encanta organizar quedadas informales con fans… ¡La gente es maravillosa!

¿Cuál es el precio de la fama?

Yo no soy famosa de profesión… Nunca he sentido que estuviera pagando ningún precio. Prefiero hablar de años y de experiencia. Ambos factores siempre te hacen madurar, a nivel profesional y personal, pero son cambios naturales, que te los va marcando la propia vida. Yo me adapto a esos cambios sin perder nunca la esencia que me trajo hasta aquí.

Con tantos premios en su haber, ¿existe algún reconocimiento que crea que le queda por conseguir?

Más que reconocimiento, un deseo: me encantaría cantar en medio de una guerra, para cambiar las balas por canciones. Ese seria el mejor de los premios: intentar disparar canciones para derribar desesperanzas.

El mundo en el que se mueve no es fácil y, mucho menos, siendo mujer… En su entorno laboral, ¿ ha padecido algún episodio machista?

En mi caso, he tenido la suerte de jamás haber vivido una situación de injusticia o desigualdad por ser mujer. Pero es algo a la orden del día y que sigue pasando -por desgracia- de forma muy frecuente. Ojalá en un futuro próximo ni siquiera se hicieran este tipo de preguntas porque viviésemos en un mundo justo, en el que todos tuviésemos las mismas oportunidades y derechos.

Con respecto a lo que a machismo se refiere, el panorama musical no se ha librado de críticas. ¿Cree que el reggaeton es machista?, cantaría, por ejemplo, a dúo con Maluma?

Es cierto es el único estilo en el que aún no he encontrado un tema que me mole de verdad, pero me cantaría un reggaeton, si se me ocurriera de forma natural, aunque nunca por temas de marketing. Tendría que ocurrir algo -que no está ocurriendo en este momento- , que es encontrarme con compañeros que hacen ese tipo de concepto y que de verdad naciera una fusión real desde el deseo, y no desde el lado de la moda. Lo he dicho muchas veces: tengo complejos, pero el musical no es uno de ellos.

¿Existe, dentro del mundo de la música, la codificación hacia la mujer artista?

Siempre he pensado que las etiquetas paralizan y matan la forma de vida. En el momento en el que se etiqueta algo, o a alguien, no le das opciones para que mañana pueda hacer otra cosa. En el mundo de la música, y en este caso de «codificar o «etiquetar» a un artista por ser mujer, lo mismo.

¿Cómo se debe combatir el machismo?

Siguiendo, luchando por los derechos de todos, apoyando la igualdad y condenando cualquier tipo de comportamiento discriminatorio para cualquier ser humano, hasta erradicarlos del todo.

Hablemos de «En la memoria de la piel», su último trabajo discográfico en el que sigue dejando claro que lo suyo es cantarle al Amor en cualquiera de sus facetas. ¿Por qué ha elegido dicho protagonista para liderar su repertorio musical?

Porque el amor es la máquina que mueve el mundo. Hay cosas que son eternas y, una de ellas, ¡¡¡Es el AMOR!!!

Ha compuesto cincuenta temas para dicho álbum y se quedó  con once. Dicen que cualquier dedo de la mano, al ser cortado, duele por igual. ¿Los once temas que eligió para editar «En la memoria de la piel» dolieron más que los 39 que rechazo?

La verdad es que se trata de un proceso que siempre hago de la misma manera; reúno a la familia y a los amigos para cantarles trocitos de las canciones. Ellos votan y me quedo solamente con la mitad. En este caso, cuando ya solo me quedaban veinte, me reuní con la otra familia, la del entorno profesional, para llegar a una preselección de unas quince. Y, finalmente, fuí yo la que se decantó por los once temas finales. ¡No sé si dolieron más, pero, desde luego, ganaron la batalla!

¿A qué huele «En la memoria de la piel»?

Es mi disco más personal, mi mejor disco hasta la fecha, he sangrado hasta silencios… Me dejo en cada cosa que hago la piel, y doy el 100% de lo que tengo en ese momento. En este disco, toco las emociones, mis emociones… ¿A qué huelen las emociones? Esa es la cuestión…

¿Algo confesable, para recordar?

Hay muchas cosas que recordar. ¿Cómo quedarse con una sola?  El otro día en el concierto de Salamanca, por ejemplo, una niña muy pequeña que se abrazó a mí (¡fuerte, fuerte!) y no quería soltarse. Así que la bauticé como una niña lapa y estuve a punto de subir al escenario con ella agarrada de mi pierna. [Ríe] Los niños son maravillosos y mis conciertos están llenos de anécdotas en las que ellos son los protagonistas: desde niños que «me piden» como regalo de cumpleaños, a muchos que se enfadan cuando canto canciones antiguas, porque «no se las saben» [Ríe]

Y, ¿para olvidar?

Aquello que deba olvidar, precisamente, ya lo he olvidado.

Cuatro años distan entre «8 Lunas» y «En la memoria de la piel». ¿Era necesario dejar pasar tanto tiempo entre ambos álbumes?

En realidad, no he parado. «8 Lunas» salió al mercado en el 2013 y, seguidamente, hubo dos años y medio de gira del disco. ¡Creo que nadie hace giras tan largas! [Ríe] Afortunadamente, desde mis inicios tuve la suerte de funcionar en más de treinta países, e intentamos poder visitar al menos una vez con cada disco eso lugares; tenemos mucha suerte y mucho mucho para compartir música y emociones. La gira de «8 Lunas» me llevó hasta casi finales del 2015, después, me «encerré» a componer, y producir y grabar «En la memoria de la piel» ya hora, de nuevo en plena gira.

La imagino con auriculares puestos, zapatos cómodos y paseando por la playa, mientras compone esas poesías que después transforma en canción. ¿Voy muy desencaminada al respecto?

A día de hoy no sé muy bien qué es la inspiración, sé que a veces la canción me toca en el hombre y me dice «¡ey, quiero salir!». Y eso puede pasar en la playa, en casa, en la calle, en cualquier lugar. Pero es cierto que ayudan a que las emociones se materialicen de forma más fluída.

Eso de desnudar el alma y dejarse la piel por el camino a la hora de componer, ¿desgasta o, por el contrario, reconforta?

Siempre reconforta, al menos en mi caso. Además, no sé hacerlo de otra forma. [Ríe]

En una de las canciones «Agua de llorar» habla de que «te sales del cuento…» ¿Todos los cuentos son de hadas?

¡Claro que no! En mi caso, prefiero otro tipo de cuentos, como aquellos que te enseñan que «solo se ve bien con el corazón y lo esencial es invisible a los ojos» . «El Principito» es uno de mis libros preferidos, aunque en ese cuento, «me quedaría dentro». [Ríe]

¿Se puede amar a una persona en libertad?

La libertad consiste en eso. En amar a quién tú quieras, ¿no?.

Cada vez que escucho uno de tus temas me embarga el sentimiento y la razón desaparece. ¿Cómo consigue dicho Big Bang  de eclosión?

Por la parte que me toca, yo solo dejo que el corazón traduzca y plasme, sin que mi cabeza se haga especialmente partícipe en el proceso. Lo que hago es centrarme al 100% y dejar que el corazón sangre sus emociones y las vuelque en el papel en blanco, hasta que ya no quede nada por decir.

Hablando del panorama musical actual, ¿cree que el futuro de la Música esta, exclusivamente, en el directo?

¡Claro que no! Está claro que la industria musical vive en un entorno que cambia constantemente. Pero, por ejemplo, gracias a YouTube y a las RR.SS., tardas menos en compartir una canción que en subirla. ¡Se trata de la mejor manera de presentar una maqueta al mundo! También es cierto que, como hay tanto material, acaba perdiéndose entre la multitud y la inversión en marketing es un factor excesivamente determinan
te. Aunque a veces, como en mi caso, ¡ocurren milagros en los que la gente decide y gana la verdad!

Cuando sube al escenario y se enfrenta a esa marea humana que la aclama. ¿Cuál es el sentimiento que la embarga?

¡Felicidad, en estado puro! Yo siempre lo digo, que para mí el disco es el regalo de cumpleaños y el directo, la fiesta de cumpleaños. Es el encuentro donde tengo la oportunidad de compartir algo más que música con la gente, que la hace suya y se la lleva a sus vidas para seguir compartiéndola con su gente.

El alto impuesto que recae sobre la Cultura en España hace mella en lo que a ventas de CD se refiere. ¿El CD corre el riesgo de estar en peligro de extinción?

Volvemos al mismo tema de antes, se trata de seguir evolucionando y adaptarse al panorama musical. Quizá el CD no sea el futuro, pero están las plataformas digitales.

A la hora de conseguir objetivos: ¿el fin justifica los medios?

Nunca… ¡Sueños sí!, ¡siempre! Pero cuidado con que des a cambio. Perseverancia y honestidad. No olvidar de dónde vengo para saber a dónde voy.

Dígame algo por lo que jamás transigiría.

La mentira, en cualquiera de sus vertientes y por cualquier motivo. ¡La mentira no se justifica nunca!

¿Ha sentido alguna vez temor al pensar que la gente se pueda acercar a usted por lo que es y no porque ES?

Nunca. Creo que la gente sabe que SOY, a pesar de quién soy. ¡Ya son muchos años! [Ríe]

Si le tuviera que agradecer algo a la vida, ¿qué sería?

La gente, la música y los abrazos.

por Ale Hernández

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