"Con una acertada selección de bombones" Por Esther Mendoza
«Con una acertada selección de bombones»
Por Esther Mendoza

….No hay nada peor que una noche en blanco buscando mecanismos alternativos que te lleven a los brazos de Morfeo. Tiras de la dormidina, dos valerianas, algunas tilas y nada… En el transcurso de la noche, soy consciente que difícilmente conseguiré vencer a las horas muertas que me tienen con los ojos pegados al techo, así que, decido levantarme y ponerme frente al portátil a escribir la columna más que divinas.

Una de las reflexiones que me hacía mientras luchaba por ganar la batalla noctámbula fue; ¿Princesas o mujeres independientes?, ¿Se puede ser las dos cosas?, ¿Queremos realmente las mujeres ser rescatadas por los hombres?. Posiblemente ninguna mujer se atrevería a expresar en voz alta semejante pregunta. O sí…, solo es una cuestión de edad, tiempo y circunstancias….

De pequeñas nos educan para ser dos tipos de mujeres: A, las que creen en príncipes y princesas B, modernas a las que en bandeja de plata se les ofrece un amplio abanico de ofertas de roles y profesiones. Durante años nos dicen hasta la saciedad que podemos comernos el mundo, pero claro, imprescindible la clave. Una preparación intelectual y académica a la que le sumamos el libre albedrio que no siempre está en consonancia con lo que otros esperan de nosotras, por lo tanto, en nuestra particular lista de prioridades, podemos acceder tanto al puesto de una abnegada ama de casa como al cargo de piloto de la aviación. Opciones infinitas y eso por extraño que parezca, a más de una fémina la abruma. El dilema surge cuando nos cuestionamos cuál de ellas será la más acertada y por otro lado, que nos perdemos de la otra posibilidad. Una actitud que nos conduce al pánico escénico de la adulta autosuficiente.

De repente, nos damos cuenta que la incertidumbre nos lleva a comulgar con ruedas de molinos terminando repitiendo aquella frase de nuestra progenitora que tanto detestamos en nuestra adolescencia y juventud; «una mujer necesita de la presencia de un hombre en el hogar». Vaya…, les aseguro que he elegido la más light…, las demás, censuradas en este texto.

Pienso en lo dañino que han sido los cuentos de príncipes y princesas que de pequeñas nos contaban haciéndonos creer que la presencia de un noble en nuestra vida, tendría un símil al premio de la lotería. De no haber existidos esos príncipes, ¿qué hubiera sido de todas las princesas de los cuentos infantiles incluidos las de Disney? Llegué a la siguiente conclusión: Por un lado, la pobre Blancanieves dulce y gentil, se hubiera asfixiado en la urna de cristal esperando el beso del caballero que la despertara de tan infringido letargo.

Cenicienta, tendría hoy muñones como resultado de fregar suelos de piedra en lugar de deditos de porcelanas portadores del más bello rubí y junto con la artrosis de rodillas, engordaría la larga lista de plebeyas sin carruaje convertido de una calabaza y una corte de ratoncitos transformados en séquito real (a este sequito, yo le llamo colada, cocina, plancha y largas conversaciones en el sofá con el mando de la tele o con un marido que a todo dice “si querida, o en el peor de los casos, lo que tú digas estará bien”, es decir, ni puñetero caso ..), y en las profundidades de nuestra fantasía, La Sirenita se hubiera enrollado con un pulpo esperando que sus tentáculos cubrieran todas y cada una de sus necesidades… ¡ufff!…. una enorme estirpe de infantas diseñadas para ser el modelo de mujer que durante generaciones nos han vendido como un referente a seguir de perfectas parejas y madres…

Algunas mujeres hoy en día viven un papel de soberanas frágiles que esperan ser rescatadas y arrancadas del borde de la fachada en el que se encuentran. Agarradas por las yemas de sus dedos a falacias que la llevaron al filo de una creencia obsoleta, se consumen en una estación donde nunca serán liberadas por el más valiente de los hombres. Sin embargo, otras se han quemado tanto en sus relaciones anteriores, que el escepticismo y la duda se ha convertido en fieles compañeras de sus vidas.
¿Que nos queda? Si las reminiscencia de la soñadora que todas llevamos dentro la asfixiamos, entonces, nos tocaría inflarnos a ver clásicos en blanco y negro junto a una enorme caja de pañuelos y unos bombones como la más dulce de las compañías cuyo fin, amenaza con llegar en paralelo cuando chico besa a chica y aparece el tan temido y a la vez deseado, The End.

¿Debemos quizás abrir los ojos a una realidad que nada tiene que ver con príncipes y princesas ni perdices incluidas en el menú del banquete?… Uyyy…, prefiero no pensar demasiado en ello. Mi fábula sobre caballeros al rescate correría sin remedio por la pendiente de la falsa convicción que durante años ha conformado mi película con un idílico final romántico y a la vez, tantas veces ha aliviado y sembrado el beneficio de una duda.

Entre otras y muchas maravillosas cosas, las mujeres del siglo XXI reconocemos que los príncipes azules somos nosotras mismas, porque cuando los problemas se amontonan junto a los pañales y las facturas, en algunos casos el príncipe sale por la puerta y la cínica realidad traducida en “sola para todo”, entra por la ventana…

… El modelo ideal es aquel que camina a tu lado y que en ocasiones, no le importa estar dos pasos por detrás. Hombre inteligente que se para a observar tus logros, ¡no sus paradas!…, y ¡jamás!, se compara con la mujer que tiene a su lado. La admiración y el respeto mutuo son los puentes que llevan al amor a un razonable y satisfactorio destino…

…. Aunque pensándolo bien, no es que quiera ser rescatada pero…., sería admirable tener a un valiente que corra a tu lado sin que pregunte quien lleva el mando….

¡¡Hasta pronto Divinas!! No olvidéis despedir el día con un buen bombón. (De los comestibles…, que vienen con lazo y cajita roja), aunque os lo dejo a vuestra elección, en todo caso, disfrutadlo con placer y entrega…

Esther Mendoza
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