No supongas, pregunta.
Seguramente, más de una vez te habrás recriminado el haber dado algo por sentado en lugar de simplemente preguntar. Gran error que cometemos con frecuencia “suponiendo tanto y preguntando tan poco”. Sobre todo nos ocurre con las personas de nuestro entorno. Confundimos conocer bien a una persona con tener un lector mental y poder también leer sus pensamientos. Es una realidad, que el tener una relación estrecha con alguien, el compartir un día a día, ayuda a intuir su estado de ánimo y cual va a ser su respuesta ante determinada situación, pero jamás tendremos toda la certeza.
Parece que nuestra mente necesita respuesta para entender todo lo que pasa a su alrededor, y si no se producen, automáticamente, puede llegar a suponerlas, rellenando ese espacio vacío. El problema es que al hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto, y justo eso es lo que causa el gran conflicto. No está mal querer tener respuestas, pero no una imaginada, sino la correcta.
Es bueno prever, en la medida de lo posible, las consecuencias de cada decisión que tomamos para que afecten negativamente lo menos posible a nuestro futuro, pero suponer diferentes y terribles escenarios donde somos víctimas de circunstancias que “suponemos” que han sucedido o que sucederán, es un desgaste emocional tremendo.
No intentes adivinar lo que tengo en la cabeza. Simplemente pregunta, si te molesta algo, dilo y si necesitas algo, pídelo. Antes de suponer y asumir, prueba el loco método de preguntar.
por Tamara de la Rosa
Psicóloga
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