Si la excelencia la cultivó en su trabajo, fue, más aún si cabe, excelente en su vida personal, dónde se convirtió en el timón de sus hijos, su marido, madre y de todas sus hermanas, los cuales la miraban, admiraban y querían profundamente. Su mayor orgullo era su familia, a la que quiso con absoluta generosidad y de manera ejemplar, dando, ayudando y consiguiendo todo aquello que le pedían o quería dar.
Su optimismo y positividad eran contagiosos y a su lado era difícil caer, no solo por su celebre frase “lo que ocurre conviene”, que amortiguaba mágicamente “el golpe”, si no también porque ella siempre estaba allí para ayudar a todo el que la necesitara.
Fue sorprendente la infinidad de testimonios que su familia recibió emocionada en este sentido. Fue un GRAN LUJO de persona. Fue Grande, muy grande y colmó el alma de todos los que la disfrutaron para siempre.
Comentarios
comentarios